4/8/12

Un estudio confirma el calor como fuente de la anomalía de las Pioneer

La inesperada desaceleración de las naves espaciales Pioneer 10 y 11 de la NASA –lo que se conoce como la “anomalía de las Pioneer”- resulta ser debido al ligero, pero detectable efecto del calor que empuja hacia atrás a la sonda, según un reciente estudio. El calor emana de la corriente eléctrica que fluye a través de los instrumentos y del suministro de energía termoeléctrica. Los resultados fueron publicados el 12 de junio en la revista Physical Review Letters.
“El efecto es algo como cuando estás conduciendo un automóvil y los fotones de tus luces delanteras te empujan hacia atrás”, dijo Slava Turyshev del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena (California), principal autor del estudio. “Es muy sutil”.


Lanzadas en 1972 y 1973 respectivamente, las Pioneer 10 y 11 están en una trayectoria que las aleja del Sol. A comienzos de la década de 1980, los controladores vieron una desaceleración en las dos sondas, en dirección hacia el Sol, cuando las naves se aproximaban a Saturno. Descartaron que fuese el efecto de goteos de restos de propulsor que aún se encontrasen en las líneas de combustible después que los controladores cortaran el propulsor. Pero en 1998, cuando la nave seguía desplazándose en su viaje y se encontraba a más de 13 mil millones de kilómetros del Sol, un grupo de científicos liderados por John Anderson de JPL se dieron cuenta que había una desaceleración real de aproximadamente 0,9 nanómetros por segundo cuadrado. Plantearon la posibilidad de que podría ser algún nuevo tipo de física que contradecía la teoría de relatividad general de A. Einstein.

En 2004, Turyshev decidió comenzar a reunir registros almacenados a lo largo de todo el país y analizar los datos para ver si podría, definitivamente, descubrir la fuente de la desaceleración. En parte, él y sus colegas estudiaban la posibilidad de una misión de física hacia el espacio profundo para investigar la anomalía, y quiso asegurarse de que había un anomalía real antes de pedir a la NASA una nave espacial.

Él y sus colegas buscaron los datos Doppler, el patrón de los datos comunicados a la Tierra desde la sonda, y los datos de telemetría, los datos de estado enviados desde la nave espacial. En el momento en que ambas Pioneer fueron lanzadas, los datos aún se almacenaban en tarjetas perforadas. Sin embargo, Turyshev y sus colegas fueron capaces de copiar archivos digitalizados del computador de los controladores del JPL, quienes ayudaron a dirigir las sondas Pioneer desde la década de 1970. También encontraron más de una docena de cajas de cintas magnéticas guardadas bajo una escalera en el JPL y recibieron archivos del Centro Nacional de Datos Científicos Espaciales del Centro Goddard de Vuelo Espacial de la NASA en Greenbelt, Maryland, y trabajaron con el Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California, para guardar algunas de sus cajas de cintas ópticas magnéticas. Recolectaron más de 43 gigabytes de datos, que en la actualidad pueden no parecer muchos, pero es una enorme cantidad de datos para 1970. También se las arreglaron para guardar una antigua máquina de cinta que estaba a punto de ser desechada, para así poder reproducir las cintas magnéticas.

El esfuerzo fue una labor de amor para Turyshev y otros. La Sociedad Planetaria envió solicitudes a sus miembros para ayudar a financiar el esfuerzo de recuperación de datos. Más tarde, la NASA también proporcionó fondos. En el proceso, un programador de Canadá, Viktor Toth, escuchó sobre el esfuerzo y se contactó con Turyshev. Ayudó a Turyshev a crear un programa que pudiese leer las cintas de telemetría y limpiar los datos viejos.

Vieron que lo que le ocurría a Pioneer no le estaba pasando a otra nave espacial, principalmente debido a la forma en que fue construida la nave. Por ejemplo, las naves Voyager son menos sensibles al efecto visto en Pioneer, dado que sus propulsores se alinean a lo largo de tres ejes, en tanto que la nave Pioneer se basa en el giro para mantenerse estable.

Con todos los datos nuevamente disponibles, Turyshev y sus colegas fueron capaces de calcular el calor producido por los subsistemas eléctricos y la desintegración del plutonio en las fuentes de energía de Pioneer, lo que coincidió con la aceleración anómala observada en ambas Pioneer.

“La historia está llegando a su fin porque resulta que la física estándar prevalece”, dijo Turyshev. “Aunque, por supuesto, hubiese sido emocionante descubrir un nuevo tipo de física, resolvimos un misterio”.

Las Pioneer 10 y 11 fueron dirigidas por el Centro de Investigación Ames de la NASA, Moffett Field, California. La última señal de Pioneer 10 fue recibida en la Tierra en enero de 2003. La última señal de Pioneer 11 fue recibida en noviembre de 1995. JPL es una division del Instituto de Tecnología de California en Pasadena.

Fuente

Web http://grupogabie.blogspot.com/

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