Tras del Big Bang se produjo un época de oscuridad, donde la materia no dejaba pasar la luz. Pero la interacción entre las partículas y el efecto de gravedad hizo que todo se “acomodara” y el cosmos de a poco se hiciera transparente. Al mismo tiempo, las galaxias y estrellas se formaron y comenzaron a ser más abundantes, pero muy poco se sabe de este periodo ya que la tecnología aún no es capaz de observarlo en detalle.
Aún así, un grupo internacional de astrónomos -que también integran miembros del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica (IA), en Chile- logró confirmar la que es hasta ahora la galaxia más lejana que se haya detectado utilizando los telescopios espaciales Hubble y Spitzer.
“Esto es muy importante porque nos permite conocer mejor qué pasó cuando el Universo era muy joven y cómo se formaron las galaxias en ese entonces”, asegura Franz Bauer, académico del IA.
Dado que la galaxia confirmada es muy débil y está muy lejos, los astrónomos se valieron de otro objeto celeste para poder detectarla. Un cúmulo de galaxias hizo de un lente gravitacional -fenómeno que se produce cuando un cuerpo masivo está entre la Tierra y lo observado, y que modifica la luz ampliándola al observador-. En este caso, el brillo de la pequeña galaxia fue aumentado en diez veces, lo que permitió que fuera encontrada.
Otra propiedad única de la galaxia detectada es que, a pesar de que hay otras 10 candidatas esperando su confirmación, ésta es uno de los objetos remotos más pequeños y débiles encontrados.
Aun así, los astrónomos pudieron determinar que se trata de una galaxia muy joven y que tiene una tasa de formación de estrellas que equivale a un tercio del que tiene la Vía Láctea. “Esto significa que podemos aprender mucho sobre cuán rápido y en qué tipo de ambientes extremos se pueden formar las estrellas. Además, es una contribución muy importante para los modelos de evolución de galaxias, los que tratan de predecir en detalle cómo el Universo evolucionó”, explica Franz Bauer.
El ser capaces de detectar objetos como éste, agrega Leopoldo Infante, académico del IA y director del Centro de Astro-Ingeniería UC, es fundamental porque “llevamos más de 10 años en este tipo de búsquedas y finalmente estamos lográndolo. Esto gracias, en parte, a los recursos que tenemos en Chile y a la calidad de nuestros estudiantes así como también de los investigadores postdoctorales.” El trabajo aparece publicado en The Astrophysical Journal Letters.
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