Se han identificado hasta la fecha casi 2.000 planetas situados fuera de nuestro sistema solar. El que alguno de estos exoplanetas sea o no capaz de albergar vida depende de varios factores. Se ha venido creyendo que uno de ellos es la oblicuidad del planeta, o sea el ángulo de su eje de rotación en relación al plano de su órbita alrededor de su estrella.
La Tierra, por ejemplo, tiene una oblicuidad relativamente baja, ya que rota alrededor de un eje que es casi perpendicular al plano de su órbita alrededor del Sol. Los científicos sospechan, sin embargo, que los exoplanetas podrían exhibir una gran variedad de oblicuidades, desde una comparable a una peonza girando perfectamente erguida, hasta otra análoga al típico asador giratorio donde un pollo ensartado en una vara metálica va cambiando lentamente la cara que le presenta al fuego de debajo. Un planeta con tanta oblicuidad como para que un polo apunte a su estrella sería un mundo muy distinto al nuestro en algunos aspectos fundamentales. Por ejemplo, los hemisferios norte y sur experimentarían la luz del día de forma continuada durante seis meses, y después la oscuridad durante los seis restantes, a medida que el planeta girara alrededor de su estrella. Cuanto más extrema es la inclinación, menos habitable será un planeta, o así se creía que pasaba.
Ahora, unos científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han encontrado que incluso un planeta con elevada oblicuidad, con un eje casi horizontal, podría potencialmente sostener vida, suponiendo que el planeta, en la franja orbital habitable en torno a su estrella (la franja donde el calor recibido permite la existencia de agua líquida en la superficie del planeta), esté completamente cubierto por un océano. De hecho, a juzgar por las conclusiones a las que ha llegado el equipo de David Ferreira, incluso un océano de poca profundidad, de unos 50 metros de hondo, bastaría para mantener a tal planeta en unas temperaturas relativamente confortables, promediando unos 15 grados centígrados (60 grados Fahrenheit) durante todo el año.
Hasta ahora, se asumía que dicho planeta no sería habitable: Básicamente herviría, y se congelaría, sucesivamente, una y otra vez, lo que sería realmente duro para la vida. Sin embargo, el nuevo estudio indica que un extenso océano puede absorber suficiente calor en verano y emitir el suficiente en invierno como para hacer que el clima sea aún lo bastante templado, incluso en el corazón de la fría noche polar. Así que, en la búsqueda de exoplanetas de la franja orbital habitable en torno a su estrella capaces de albergar vida, ahora hay que agregar como candidatos adicionales a planetas con una alta oblicuidad. Si un planeta de este tipo posee un océano global, su gran oblicuidad ya no es un obstáculo insalvable para la existencia de vida.
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