16/3/12

La sonda espacial Pioneer 10 cumple 40 años de viaje cósmico


Aunque por el agotamiento paulatino de su fuente de energía, la sonda espacial Pioneer 10 ya no puede enviar mensajes a la Tierra, su viaje continúa. Al igual que la Pioneer 11 y las Voyager 1 y 2, alcanzó la velocidad de escape del sistema solar, lo que conlleva un viaje interestelar por tiempo indefinido. También, al igual que las otras tres sondas, se la preparó para un hipotético encuentro con inteligencias extraterrestres, teniendo en cuenta que su rumbo la hará pasar relativamente cerca de otras estrellas en diversos momentos del futuro lejano.


La Pioneer 10, de 258 kilogramos de peso, fue lanzada el 2 de Marzo de 1972, desde Cabo Cañaveral, a bordo de un cohete Atlas-Centaur. En su momento se convirtió en la nave espacial más rápida de la Tierra. Fue la primera en atravesar el cinturón de asteroides, la primera en visitar Júpiter, la primera en alejarse más allá de la órbita del planeta de nuestro sistema solar más distante al Sol, y la primera en utilizar la gravedad de un planeta para cambiar su curso y alcanzar la velocidad de escape necesaria para salir del sistema solar.

Los planes de operación de la Pioneer-10 sólo cubrían un período de 21 meses, pero continuó al pie del cañón y manteniendo el contacto con la Tierra, aunque enviando señales cada vez más débiles, hasta que su fuente de energía, sufriendo una progresiva degradación, limitó la potencia de su transmisor por debajo de la mínima necesaria para que sus señales fuesen captadas desde la Tierra. El 23 de Enero de 2003 fue cuando se recibió la última y muy debilitada señal de la Pioneer 10. La nave envió la transmisión desde una distancia dos veces más lejana que la de Plutón al Sol.

La Pioneer 10 se enfrentó a muchas situaciones críticas, ejerciendo de pionera al adentrarse en lugares desconocidos y peligrosos, y sobreviviendo ante circunstancias adversas.

Por ejemplo, al ser la primera nave espacial en cruzar el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, afrontó el papel de exploradora de avanzadilla en un territorio potencialmente hostil. Antes de su travesía por el cinturón, nadie sabía cuántas rocas o granos de arena, moviéndose en el espacio a miles de kilómetros por hora, golpearían y quizás incapacitarían a la nave. La Pioneer-10 cumplió su cometido casi intacta, abriendo así el camino para que otras sondas explorasen los planetas exteriores.

Más tarde, la Pioneer 10 sobrevivió a una intensa lluvia de radiación dentro de la magnetosfera de Júpiter, y se mantuvo en su ruta, pese a los temores de que resultase gravemente dañada. Sobrevoló Júpiter a tan sólo 130.000 kilómetros de altitud (81.000 millas) sobre sus nubes más externas.

Durante bastantes años, la Pioneer 10 fue el objeto de fabricación humana más lejano. Sin embargo, en 1998, la sonda Voyager 1, gracias a viajar más rápido, acabó superándola en distancia.

Aún después del agotamiento de su fuente de energía para los sistemas de a bordo, formada por cuatro generadores de radioisótopos, y sin combustible para acelerar, la trayectoria de la Pioneer 10, en ruta interestelar, la llevará a las inmediaciones de otras estrellas. Si su rumbo no ha sido alterado demasiado, la sonda tendrá su primer encuentro sideral dentro de unos 300.000 años, cuando pase a una distancia de tres años-luz de la estrella enana roja Ross 248, en la constelación de Tauro. Ross 248 es una estrella de magnitud 11 a una distancia de 10,3 años-luz de la Tierra. En el próximo millón de años, la Pioneer 10 pasará relativamente cerca de una decena de estrellas. Dentro de más de dos millones de años, la nave volará por las proximidades de la estrella Aldebarán, a 68 años-luz de distancia de la Tierra. Y, si nada la destruye, la Pioneer 10 todavía seguirá viajando por la galaxia cuando el Sol se haya convertido en una estrella gigante roja y como consecuencia de esta transformación haya devastado nuestro planeta.

La Pioneer 10, a modo de embajador cósmico de la humanidad, lleva un mensaje destinado a hipotéticas formas de vida inteligentes con las que se encuentre en su largo viaje a través de la galaxia. No es tan extenso y detallado como el que llevan a bordo las Voyager 1 y 2, pero también puede cumplir su papel de saludo pacífico para otras civilizaciones del cosmos. El mensaje está en una placa de aluminio anodizada en oro, diseñada por Frank Drake y Carl Sagan, y que fue atornillada a la nave espacial. Tallados en la placa hay un hombre y una mujer, un mapa de nuestro sistema solar, y otros símbolos que quizás puedan ayudar a esas inteligencias extraterrestres a interpretar el mensaje y a entender quiénes fueron los creadores de la nave espacial.

Fuente

Web http://grupogabie.blogspot.com/

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