16/12/13

El polo sur de Europa dispara chorros de vapor de agua de 200 kilómetros de altura

Muchos astrónomos creen que bajo la superficie helada de Europa, la menor de las cuatro lunas principales de Júpiter, existe un océano global de agua salada. Esta posibilidad, de ser cierta, convierte al satélite en uno de los principales candidatos del Sistema Solar a albergar vida extraterrestre. Pero el posible grosor de este caparazón helado representa un gran obstáculo para una futura búsqueda de algo vivo en este océano. Ahora el agua líquida de Europa está un poco más cerca, según un estudio que publica esta semana la revista Science y que revela la probable presencia de gigantescos géiseres que escupen vapor de agua desde el polo sur.

Un equipo de científicos de EE.UU. y Alemania ha analizado imágenes de ultravioleta de Europa tomadas por el telescopio espacial Hubble en noviembre y diciembre de 2012, comparándolas con otras obtenidas en 1999. Los investigadores han detectado en el hemisferio sur un exceso de emisiones de hidrógeno y oxígeno que sugiere la presencia de dos grandes chorros de vapor de agua hasta una altura de unos 200 kilómetros. Aunque la existencia de estas denominadas plumas aún deberá confirmarse por otras vías, no cabe duda sobre la presencia del vapor: “Hemos detectado vapor de agua en Europa por primera vez, lo que podría estar conectado con un mundo oceánico potencialmente habitable bajo la superficie”, resume el autor principal del estudio, Lorenz Roth, del Southwest Research Institute en San Antonio (Texas, EE. UU.).

La fuerza de Júpiter

Las erupciones observadas persistieron durante más de siete horas pero aparentemente fueron transitorias, ya que únicamente aparecieron en las imágenes de diciembre de 2012. Los investigadores relacionan este comportamiento variable con el curso de la órbita de Europa alrededor de Júpiter, ya que los géiseres solo se manifestaron cuando el satélite ocupaba la posición más alejada de su planeta (apocentro) y no cuando se encontraba más próximo a él (pericentro). Según Roth, este dato cuadra con la dinámica de las fuertes mareas provocadas por la gigantesca masa de Júpiter: “La fuente de energía que produce estas plumas es probablemente la fuerza de la marea, que abre y cierra fracturas en la superficie. Cuando Europa está en el apocentro, las grietas están abiertas”. El astrónomo lamenta que la resolución de las imágenes no permita ver estos cambios en las fracturas. “Es probable que se abran solo un par de centímetros en el apocentro, lo suficiente para liberar el vapor”, aventura.

Este fenómeno era hasta ahora desconocido en Europa, pero no en otros cuerpos del Sistema Solar: géiseres similares existen en Encélado, un satélite de Saturno que también podría albergar agua bajo su costra de hielo. Roth señala que los penachos muestran allí la misma variación respecto a la órbita. Otra cuestión es por qué tanto en Europa como en Encélado los surtidores solo se han observado en el polo sur. “La tensión de la marea es más alta en los polos que en el ecuador”, explica Roth, pero aclara que “no hay diferencia entre el polo norte y el sur”. “Así que aún no sabemos por qué vemos plumas en Europa y Encélado en el polo sur pero no en el norte (aún)”.

¿Un lugar habitable?
El descubrimiento de los géiseres de Encélado alimentó las especulaciones sobre el carácter habitable de esta luna y sobre las posibilidades de comprobarlo, dado el fácil acceso a la fuente de agua. En 2008, la sonda Cassini de la NASA voló a través de los surtidores y analizó su composición. En el caso de Europa, el grosor que se le supone al duro caparazón helado se ha considerado un impedimento serio para una posible búsqueda de vida. Pero si el océano se comunica con la atmósfera a través de las grietas, la cosa cambia. “Puede tener un enorme impacto en el planteamiento de las misiones astrobiológicas de la NASA”, opina Roth. “Si se confirman las plumas, Europa estará de nuevo en el foco de la investigación planetaria, pero también de la búsqueda de lugares potencialmente habitables lejos de la Tierra”.

Sin embargo, no parece que esta búsqueda esté próxima. Los planes más ambiciosos para la exploración de Europa sufrieron la tijera de los recortes. Los investigadores deberán esperar hasta 2031 para que llegue a Europa la misión JUICE (JUpiter ICy moons Explorer) de la Agencia Europea del Espacio (ESA), que estudiará el sistema de Júpiter. Por su parte, la misión de la NASA Europa Clipper aún está pendiente de aprobación. Ninguna de las dos aterrizará en Europa, pero podrían confirmar la presencia de los géiseres y volar a través de ellos para determinar su composición, como hizo Cassini en Encélado. “Analizar la pluma es mucho más viable que posar una sonda”, afirma Roth.

De hecho, esta confirmación podría a su vez demostrar la existencia del océano líquido bajo el hielo. “Por ejemplo, si encontráramos sales en la pluma, sería un fuerte indicio de una conexión con agua líquida salada”, apunta Roth. Hasta entonces, el océano europano seguirá siendo una hipótesis plausible. “Las plumas también podrían surgir por sublimación de hielo a vapor. El mecanismo exacto aún está por determinar. Incluso para Encélado, donde sabemos mucho más de las plumas, aún se debate si están conectadas con agua liquida o no”, comenta Roth.

Al menos, Europa cuenta con una ventaja respecto a Encélado: “Júpiter, y por tanto Europa, está a mitad de camino que Saturno y Encélado”, destaca Roth. “Esto significa que tenemos la posibilidad de observar estas plumas desde la Tierra con mayor resolución”, concluye el investigador.


Fuente


Web http://grupogabie.blogspot.com/


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