No hay nada como comparar los objetos astronómicos con otros que conocemos bien para hacernos una idea de su tamaño. Desde el pasado agosto, la nave Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) sigue el mismo camino que el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, logrando un hito que nunca antes había conseguido un artefacto hecho por el hombre. Además, en noviembre la sonda liberará un módulo, llamado Philae, que se posará sobre la superficie de la roca para su estudio. Hasta ahora, las fotografías que hemos visto del cometa nos muestran un cuerpo parecido a un pato de goma o un reloj de arena de 3 x 5 kilómetros de diámetro. Sobre el fondo negro del espacio eso no dice demasiado, pero si se compara con una ciudad como Los Ángeles, como en la imagen, el auténtico tamaño de la roca se hace patente.
La fotografía también muestra al 67P/Churyumov-Gerasimenko como una roca oscura -incluso más que el carbón, según los científicos-, su color auténtico, en vez del claro y brillante con el que nos lo muestran las fotografías en el espacio.
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